Saturday, September 18, 2010

Mosca fabisófica y maginés


Con el granizo
cae en la espalda
un dolor de alas salientes.


Desde la vértebraomóplato,
se extiende la goma que vuela.

Del cuerpo brotará
como una caída superada.
como la salvaguarda de las caídas
que vendrán.

El dolor atemorizante en las entrañas
se irá.

No será enfermedad en mí,
porque las alas crecerán.



Mi ángel debe ser una mega mosca
que clava sus patas en mi espalda.
Me crece a modo de alas
y a la vez ella mueve sus alas de mosca.

Soy como la miel
en la que se ha pegado.
La mermelada que no chorrea.
El queque de mierda cuando me amargo.
Cruz deiforme.
Estorbo prendido en la epidermis.
Respira
apenas.



¡Qué me miras!
No detengas tu mirada en este punto,
caca de mosca del universo.

Cuando zumban los zumbidos,
deja de devorar espacios la voluntad.

Si te encargas de salvar el mal de vidrio
que tienen las moscas de este cuarto,
mañana será un buen día.

El vacío es dibujado
y tiene el aspecto de una mancha.

Desde siempre supe que lo más necesario era el amor.

Lo sabía en acto,
no en voz.
Por eso la manía de doblegar mi voluntad al capricho.
Como un dulce.
Ése es el amor.

Luego, espiando por debajo,
con la ventaja de la soledad,
que desconecta el sentimiento de la razón,
pude saber que eso era lo que manchaba.

La alfombra con sangre o con tinta.
Recuerda, el alma muerta, que se ha escrito.
Y es una mancha azul o negra en el piso.

¿Porqué elegir un color?
Un torrente tornasol que baña.
Como los ojos de una mosca dulce y sincera.
Mosca azul.

Pero, ¿quién imaginaría el mismo azul que yo?

La oscuridad de unas notas son el zumbido para desaparecer.

Miran a todas partes,
ni quién encuentre a la mosca.

Pero nada.
Uno se mantiene ahí,
flotando en el espacio,
como un almita solitaria.

¡Me mandan un periodicazo,
pero agacho el lomo!
La mosca está en toda la mierda de la realidad. Sobre los falsos amores, sobre el engañó, sobre el dinero y las modelos… Está en el aburrimiento, en la soledad, en la pérdida de tiempo. Está en mi miedo, en tu miedo. En la falta de sentido. La mosca está en el tiempo pasado, que es todo el tiempo, lo único que ha pasado… nada más es real. El resto es divino. Las personas, los seres que aparecen y se van. No la vena que se queja… la vena que borbota.
Danza cósmica de la mosca. Como Siva, levantando su ánimo de fuego, su pecho repleto de cicatrices expuestas, obscenos queloides de infelicidad. Las antenas de la mosca: las serpientes del cabello de Siva, que contemplan con risa irónica la vida y su fracaso. El tiempo y la muerte.
Quisiera la felicidad de la mosca, a una vida “inteira, que são só versus simples, pra transformar o que eu digo”, canta Adriana Calcanhoto. La vida entera, que son sólo versos, para transformar mi realidad. Con su vida simple. Sólo alas a volar. El ser que sólo se reúne cuando hay algo muerto o en descomposición. Para compartir la mierda o el dulce. Las moscas molestan porque cambian del dulce al muerto, del excremento a la boca de la amada. Del amor a la muerte del amor, la peor putrefacción. Si las moscas fueran sólo de la basura, ni nos molestaban.
Llevamos en los genes, tal vez, la capacidad de desechar. Escribo desde dentro por ahora. No entran tras la cerca de la vida, los basurales. Basurales del alma. Gente podrida, de no pensar, de tanto hablar, de tanto amar. Mujeres que se pudren mientras su juventud pasa. Mujeres que se queman como rosas, como moscas.
Marchitas, mujeres-pieles. Recién comprendo que el secreto de la juventud se expone a la vista: la piel. Suave, la piel de tu cuello, los lunares que tienes y algún que otro cabello, que cae a modo de cola de rata. Qué negligencia para describir una rasta, perdonarán a la grosera. Ojalá se escribiera la velocidad con la que una escribe, para que se intuyera, tal vez, la emoción. De tristeza o desesperación. Nunca veríamos los matices, pero al menos se disculparía los pésimos párrafos de metáforas recrudecidas, por el exceso o la falta de vida.
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