Monday, January 02, 2006

Cercanía absoluta del Yaciente


Sus palabras, esos párpados, nudos de alfiler que pinchaban sin cabeza las manos ariscas a soportarlo. Como burbujas, salían flotando con su aliento y el humo que sus pulmones exhalaban; eran una advertencia sobre la calcinación de su alma paralizada en llamas. Los túneles de un cerro ocultaban algo que no se podía ver a velocidad, pero se sabía que las cenizas serían después. Las palabras se hacían vacío cuando cada que eran nombradas diluían en la coincidencia la perversidad. Los espacios que restaban al tiempo toda posibilidad de eternidad se descalabraban. El esqueleto del viento figureteaba entre los cuerpos nocturnos y mojados de campo. Él se iba a ir. Las calcinaciones se acercaban profundas a la piel de ella. Se sabía que las cenizas serían después.

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