Monday, December 26, 2005

(D) Mirar


Mi enfermedad ha vuelto, y a veces me siento mejor sintiéndome más débil: las personas se me hacen más condescendientes, las mesas más estables, las manos más confiables, las voces más lejanas. Todo tiene el agrado de ser lo que sería si dejara de poner demasiada atención en todo. Este estado merece ser capturado por la memoria, y la necesidad hace que nuevamente las cosas más deseables sean siempre imposibles.

“No puedo dejar de mirar la muñeca que cuelga de una pierna y que se mece hasta obsesionar a la rama de la que pende”.

Esta sensación produce variaciones en mi percepción del exterior y de lo interno: veo en el reflejo lo que oculta lo concreto y que se busca hasta el hastío; mis venas sobresalen un poco de mi piel, haciéndome cosquillas, e imagino una situación sensual y dulce, una sombra cerca deseando ser más que ausencia, que equívoco, más perfecta.
Este estado me permite ver cosas, las mismas que veo cuando el estado se va, pero las veo con mayor cariño, como si pronto fueran a irse, como queriendo acercarlas un poco más a mí, como viviéndolas para no olvidarlas rápido luego, como pidiendo indulgencia por mi pronta separación, la que intuyo, la que deseo, la separación que está después de este estado, cuando soy nuevamente normal y la enfermedad me abandona, cuando puedo ver y oler y sentir todas las cosas con su limitación de mostrarse y con mi limitación de sentir sólo por el cuerpo. Cuántas veces no quisiera desaparecer estos momentos sublimes, cuántas veces no quisiera que no pasen … porque acaban, sólo porque acaban.

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