Sunday, June 22, 2008

Canto a Lameli


Fácil fractura, Lameli…

No te deslices con la negación adversa.
Dale una oportunidad a los deseos.
¿No sabes que el sueño no se consigue con seriedad?

Has quebrado un pétalo de mi ceja. ¡Bien hecho!
Te obsequio para que vengas a desyerbar.
Los astros se nos han llenado de cejas y las cejas de pétalos a la vez.

Fácil fractura…

Cómo decirte frágilmente
Sin mente.
Simple fragilidad
Sin simplezas.

Olvídate de la cacofonía, Lameli.

No decores los verdores.
Por querer decir con mejores olores.
Lo que fácil fractura puedes decir.

Soy parte de un cabello de tu mente.
Melena peluda.
Jamás peluca.

¡Volveré a ti!

Monday, June 02, 2008


Abuela lejana, músculo que crece hasta la desaparición. Tu corazón con chagas. Abuela dentro de mí. Cabello de alpaca. Lana. Tibia lágrima verde. El sol sale en tu ventana. Triste frase mal usada. Las líneas de tu cara quisiera leer. No libros que no dicen nada. Tus llagas de árbol que no detiene el tiempo. Esos oscuros pliegues que te crecieron. ¿Se adhirieron como garrapatas o sanguijuelas? Cuentas con tu vida. La cuentas. Estás ahí, con tu niñez abandonada, de nube, de dios sentado que te mira. Mía, siempre serás mía. Es que no eres yo ni nada que se le parezca. Por eso te respeto, gusano y caracola. Eres una babosa que deja su casa para buscar un mejor lugar. Un sauce que te mece y una pita que te corta la cintura. Madre de crías de rata. Madre, tú que querías matar a mi madre con un mata ratas. No llores. No lo hiciste nunca. El corazón, innombrable, expirador. Que no traiciona y no ama al que no ama. Mujer que saltas con chicote sobre tu agresor. Ella. La fuerza. Ese verde en tus ojos que cambia de color. Trepadora de escaleras, constructora de muros, albañil. Qué orgullo, abuela iletrada. Esa larva que se come lo que le mandas te siente con temblores. No eres un pensamiento. Eres un grito, tal vez. De los que se despiertan en soledad. Vacío de placer y de dolor. Desayuno de taza enjuagada. Tú que viste a tu madre corneada. Renga tu madre, ahogada por un río de Cochabamba. Y tu padre, a él se lo puede nombrar. Luego nos siguieron sucesiones de padres innombrables. Pierde cuidado, eran hombres superficiales amantes de la belleza estúpida de la juventud. Abuela almada. Destrozadora de estatuas de falso amor. Esa corona que hiciera en sueños te quisiera poner. Y ver los santos que habitaban tu sala de niña. Esos espectros que tanto te asustaban. Sábanas y cueros cubriendo tu sueño infantil. Esos tiempos, en una botella cerrada guardar. Si los tuviera, para verlos como barcos ociosamente armados. Dentro, con pinzas. Alguien tuvo que darte la vida y su conjugación, como quien te propone ser empleada a los cuatro años. Siglos. Millones de años luz. Ahí estás tú. Con tu sonrisa sin dientes y con dientes postizos otra vez.

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